Ramón Roca trabajó durante cinco años como escolta de un concejal socialista en la localidad guipuzcoana de Eibar. Con la llegada del alto al fuego definitivo de la banda terrorista ETA, la actividad de estos profesionales se redujo considerablemente. Roca perdió su puesto, según explica, con la aplicación de un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que echó a la calle a 156 compañeros.
Tras regresar a su Murcia natal, este exescolta ha tratado de encontrar trabajo en otros ámbitos, pero no ha logrado por el momento hacerse un hueco en el mercado laboral. Está a punto de finalizar el subsidio por desempleo, pero, según explica, las empresas adjudicatarias, que deberían de encargarse de las recolocaciones de los exescoltas, han comenzado a ofrecer estos servicios a sus propios empleados.
Dos exescoltas de Algeciras fueron los primeros en iniciar una huelga de hambre que ha tenido eco en otros puntos de la geografía española y que, a partir de hoy, se vivirá también en Murcia. Basilio Fernández es otro exescolta murciano que también planea llevar a cabo acciones reivindicativas. «Nos sentimos engañados, pues no sabemos nada de la promesa que nos hicieron de recolocarnos».